Duda de san jose




















A coger el martillo. Hace puertas, ensambla yugos y arados, pule taburetes y encaja ventanas. Es pobre, pero justo. El peligro de la tormenta, la gallina y los polluelos. Con deferencia respetuosa, con sencillez y docilidad. La gente cantaba salmos. En las alforjas sonaban los timbales y los platillos. Sus mismos ojos profundos, sus mismas manos. Contemplaba por primera vez el cortejo de los oficiantes dispuestos a sacrificar los corderos.

Vio al sacerdote con el cuchillo en la mano, hundirlo en el cuello del cordero. Vio correr la sangre y derramarla los sacerdotes sobre el altar. No se queda en el templo por casualidad, sino que su alma hambrienta lo necesitaba.

Los caminos se llenaban de gente; las caravanas se mezclaban. Era como un cursillo o unos ejercicios espirituales. Le honra, le pone delante. Cuando se quebrantan los mandamientos se produce un desequilibrio, un desquiciamiento de la persona. Los mandatos de Dios no son arbitrarios. Introduccin a la Mariologa, Ediciones Rialp, Madrid, 1 edicin 6 edicin, ao En Venezuela, Ediciones Vrtice, Esta doctrina est hoy generalmente aceptada.

Len XIII, en la Encclica Quamquam plures [1] , escrita para declarar a San Jos patrono de la Iglesia universal, dice: "Como San Jos estuvo unido a la Santsima Virgen por el vnculo conyugal, no cabe la menor duda que se aproxima ms que persona alguna a la dignidad sobreeminente por la que la Madre de Dios sobrepasa de tal manera a las naturalezas creadas Juan XXIII, en el ao [2] , ensea: San Jos, ilustre descendiente de David, luz de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardin de su virginidad, padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de Cristo, Jefe de la Sagrada Familia; fue justsimo, castsimo, prudentsimo, fortsimo, muy obediente, fidelsimo, espejo de paciencia, amante de la pobreza, modelo de obreros, honor de la vida domstica, guardin de las vrgenes, sostn de las familias, consolacin de los desgraciados, esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia Santa.

Nadie es tan grande despus de la Virgen Mara. La razn de esta preminencia est en la plenitud de gracia recibida por San Jos, proporcionada a su misin de padre nutricio de Jess, puesto que fue directa e inmediatamente elegido por el mismo Dios para esta misin nica en el mundo. La misin de San Jos, en efecto, supera el orden mismo de la gracia y linda con el orden hiposttico constituido por el misterio mismo de la Encarnacin.

La Iglesia entera reconoce en San Jos a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de l, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misin que Dios le haba confiado.

Por eso, desde hace muchos aos, me gusta invocarle con el ttulo entraable: Nuestro Padre y Seor [3]. La duda de san Jos Parece que, despus de la Anunciacin, la Virgen Madre, guard para s el gran misterio que haba acontecido en Ella, la Encarnacin del Verbo.

Ni haba palabras para expresarlo ni parece que el Seor quisiera que lo revelara por s misma, ni siquiera a San Jos. No obstante, Isabel fue informada del misterio por el Espritu Santo, como se deduce de la escena de la Visitacin. Haban hablado previamente de ello Mara y Jos? Acompa Jos a Mara en la visita a Isabel? Haba tenido lugar ya la revelacin del ngel a Jos? Los textos evanglicos dejan todas las respuestas abiertas. Las traducciones que han llegado hasta nosotros no facilitan la inteleccin de los sentimientos y actitudes de Jos: El origen de Jesucristo fue as: Desposada su madre Mara con Jos, antes de que convivieran result que haba concebido del Espritu Santo.

Mt 1, Es muy difcil creer que Jos - que era muy santo y estaba sin duda dotado del don de sabidura, as como los dems del Espritu Santo, ms que cualquier otro salvo la Virgen Santa -, conociendo como conoca a Mara, se le ocurriese pensar en alguna especie de infidelidad. Lo ms razonable es pensar que Jos recordase la profeca de Isaas sobre la virgen que haba de concebir al Enmanuel. Es lo ms seguro que de algn modo se diera cuenta de que un gran misterio divino haba acontecido en Mara, aunque no sospechara quiz la divinidad del nio que la Virgen llevaba en su seno.

Pero el Mesas estaba anunciado para aquellos tiempos. La duda de Jos no era sobre la inocencia de Mara, sino sobre su papel y situacin en aquel misterio. En este sentido se han pronunciado una parte de los Padres y santos doctores de la Iglesia no todos, por lo que vamos a ver a continuacin. Quiero decirte que amo la vida, que quiero salir adelante, que quiero vencer toda dificultad.

Te pido que sanes los corazones de todos los que hacen parte de mi familia, para que el orgullo no nos gane la batalla para ser felices. Gracias por las bendiciones que me regalas en esta noche mientras duermo y descanso. Que los torrentes de Mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mi. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Al final de la Novena, rezamos la Coronilla de la Divina Misericordia. No puedes ni comprender ni imaginar la inmensidad de ese Amor, no cabe en tu cabeza.

Precisamente por esto amo tanto la soledad. Me parece que el tiempo pasa velozmente y que no tengo tiempo suficiente para orar. Gracias por lo que haces en mi vida y, sobre todo, por todas las oportunidades que me das para lograr lo que me hace falta. Que no siga anclado ni esclavizado en el pasado, que pueda vivir en libertad recibiendo todo lo nuevo que me das y bendiciendo a aquellos con los que comparto la vida.

La Humildad de San Judas Tadeo. Aborrezco todos mis pecados por el miedo de perder el Cielo y merecer el infierno. Firmemente resuelvo, con la ayuda de tu Gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia y enmendar mi vida.

Humildad y Mansedumbre van de la mano. No podemos ser mansos como Jesucristo sin antes ser humildes verdaderamente. Porque lo necesitamos para vivir mejor. Lc 13, Es como si no hubiera visto lo que acaba de ocurrir y lo que ello significa.



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